poco a poco abandonamos los desiertos donde nos introducimos en la vida y cuando de repente dejas de ver y pisar arena parece que un golpe ha sido el que ha cambiado tu destino, como una gran tormenta de brisa que te empuja fuera de tu mundo. Y sin darte cuenta otro día te ves metido en otro desierto donde cada puñado de arena no es más que cada una de las cotidianidades que la vida va tejiendo a nuestro alrededor. Cuando levantas la cabeza no hay confines ni límites en tus actos, ya no puedes salir, ya no ves las salidas.
Pero seguimos caminando, a veces sabiendo hacia donde, la mayoría sin ni siquiera tener la menos pista, pero siempre vamos hacia algún lugar, sin ser consciente exactamente hacía donde porque no podemos preveer las dunas que se cruzarán en nuestro camino, ni los oasis que nos refrescarán y enriquecerán ni cuantas tribus nómadas cuidarán de nuestros sueños. Y como en todo desierto nos darán un consejo sabio y no es otro que el de aprovecha toda haima confortable que te salga en el camino, sólo ésa será verdad. Diremos que tiene razón, pero muy pocas veces haremos caso de él.
Y miramos atrás y sólo vemos unas pocas huellas, el resto, pasado, un recuerdo. Vendrá la brisa y se las llevará...........
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